El Volkswagen ID. Polo se perfila como el relevo generacional destinado a ser uno de los modelos eléctricos más vendidos segmento B mediante la nueva plataforma MEB+. Este modelo promete superar a su antecesor de combustión en habitabilidad y tecnología, aunque la esperada democratización del precio de acceso tardará más de lo previsto en materializarse en los concesionarios.
El diseño exterior mantiene unas proporciones contenidas con 4.053 mm de longitud y 1.816 mm de anchura, cifras muy similares al Polo tradicional, pero con una optimización interior superior. La distancia entre ejes de 2.600 mm permite ganar 19 mm de longitud en el habitáculo, mejorando el espacio para las piernas y la altura libre. Esta arquitectura eléctrica también beneficia la capacidad de carga, ofreciendo un maletero de 435 litros que puede expandirse hasta los 1.243 litros al abatir los asientos traseros.
En el apartado mecánico, la gama inicial contará con tres niveles de potencia del motor situados en el eje delantero: 116 CV (85 kW), 135 CV (99 kW) y 211 CV (155 kW). Las dos versiones de acceso montarán una batería de litio-ferrofosfato (LFP) de 37 kWh con una carga rápida limitada a 90 kW. Por su parte, la variante más capaz empleará una batería de níquel-manganeso-cobalto (NMC) de 52 kWh con tecnología cell-to-pack, que mejora la densidad energética y permite autonomías de hasta 450 km, soportando cargas de 130 kW.
La tecnología a bordo da un salto cualitativo con sistemas de asistencia avanzados, incluyendo un Travel Assist mejorado que facilita el guiado lateral y longitudinal, así como cambios de carril automatizados en autopista. Además, la firma ha confirmado la llegada de un ID. Polo GTI un año después del lanzamiento, elevando la potencia hasta los 226 CV (166 kW).
Sin embargo, la realidad comercial del lanzamiento, previsto para abril de 2026 con producción en Martorell, tiene un importante pero. Aunque el precio base anunciado es de 25.000 euros, los libros de pedidos se abrirán inicialmente solo para la versión de 211 CV con batería grande, cuyo coste estimado rondará los 30.000 euros. La disponibilidad de las celdas más económicas ha forzado este escalonamiento, priorizando las variantes con mayor margen de beneficio.
Mientras la marca asegura que el retraso de las versiones accesibles será de pocas semanas, las redes de concesionarios apuntan a una espera de entre seis y nueve meses para ver el modelo de entrada.
