Ford vuelve a su momento «Model T». La marca del óvalo no se prepara para lanzar simplemente un nuevo coche, sino para iniciar una revolución completa en su forma de concebir, fabricar y vender vehículos eléctricos con los que poder competir con China. El protagonista inicial de esta estrategia es un esperado pick-up eléctrico compacto que llegará en 2027 con un precio de partida que rompe esquemas: unos 30.000 dólares, una cifra que, ajustada a la inflación, Ford equipara a la de su icónico pionero de hace un siglo.
Este nuevo vehículo, que podría recuperar el mítico nombre de Ranchero, se presenta como una propuesta redonda. Promete ser tan rápido en aceleración como un Ford Mustang Ecoboost, pero con una habitabilidad interior comparable a la de un Toyota RAV4. Su diseño de cuatro puertas incluirá un práctico maletero frontal y una caja de carga con cerradura, ofreciendo una versatilidad que desdibuja las líneas entre un coche de ocio y una herramienta de trabajo. Esta combinación de rendimiento y funcionalidad lo posiciona como un serio desafío para las nuevas propuestas del mercado.
Sin embargo, el pick-up es solo la punta del iceberg. La verdadera transformación reside en la nueva «Ford Universal Electric Vehicle Platform», una arquitectura flexible diseñada para ser la base de toda una familia de futuros modelos eléctricos, desde furgonetas hasta grandes SUV de tres filas. Esta plataforma es un ejercicio de ingeniería eficiente: utiliza un 20% menos de componentes, un 25% menos de fijaciones y un cableado que es 10 kilogramos más ligero. Se apoyará en baterías de litio ferrofosfato (LFP), más económicas y ligeras, que además cumplirán una función estructural al integrarse en el suelo del coche, optimizando el espacio y la rigidez.
La segunda gran revolución ocurre en la propia línea de montaje. Ford abandona el ensamblaje lineal tradicional por un innovador sistema que denomina «Árbol de Montaje». En este esquema, diferentes partes del coche, como el frontal, la trasera y el paquete de baterías, se construyen simultáneamente en líneas separadas para converger en un montaje final. Este método, junto al uso de grandes piezas de fundición de aluminio, permitirá reducir los tiempos de ensamblaje en un 15% y mejorar la ergonomía de los trabajadores. Esta ambición colosal por reinventar la producción eléctrica supone también el final de una era para modelos como el Ford Escape y el Lincoln Corsair, que cesarán su producción en la planta de Louisville para dar paso a esta nueva generación.