La marca sueca Koenigsegg ha conseguido algo que pocas compañías automovilísticas pueden presumir: tener completamente agotada toda su producción. Christian von Koenigsegg, fundador de la empresa, confirmó recientemente que «no nos queda nada que vender», una declaración que podría sonar preocupante pero que en realidad muestra el extraordinario éxito de sus hipercoche de fabricación artesanal.
Esta situación no significa que los aficionados deban perder la esperanza. La compañía tiene planes ambiciosos para el futuro inmediato, con el anuncio de un nuevo modelo que llegará al mercado entre 2026 y principios de 2027. Sin embargo, aquellos que esperaban ver a Koenigsegg sumarse definitivamente a la revolución eléctrica tendrán que esperar, ya que el nuevo modelo no será completamente eléctrico.
La postura de Christian von Koenigsegg respecto a los coches eléctricos resulta fascinante y va más allá de consideraciones puramente técnicas. Aunque reconoce admirar la respuesta inmediata y la suavidad de los vehículos eléctricos, considera que estos carecen del «alma» que caracteriza a los coches de combustión. «Después de un tiempo, si eres un entusiasta del coche, quieres hablar con la bestia, ¿verdad? Quieres tener un diálogo», explica el visionario sueco, describiendo la experiencia de conducción como una conversación íntima entre máquina y conductor.
Esta filosofía se extiende a elementos sensoriales que los puristas del mundo del motor consideran fundamentales: «Quieres las pulsaciones, el bombeo, el calor, los sonidos, los cambios, todos estos aspectos que lo hacen cobrar vida». Para von Koenigsegg, un coche eléctrico se asemeja más a un robot, mientras que sus creaciones representan algo más próximo a un animal salvaje.
Así como los relojes digitales no lograron eliminar completamente a los mecánicos, von Koenigsegg cree que existe un mercado duradero para los hipercoche de combustión, especialmente aquellos fabricados con la precisión de la relojería suiza. Sus vehículos, construidos con miles de componentes mecánicos precisos y sin dependencia de robots para el ensamblaje, ofrecen un carácter único que considera imposible de replicar en un vehículo eléctrico.
Desde el punto de vista del rendimiento, Koenigsegg mantiene que sus coches ofrecen «más prestaciones en pista que cualquier vehículo eléctrico porque son más ligeros». Esta ventaja de peso se traduce en una agilidad y capacidad de respuesta que, según la compañía, los diferencia claramente de sus competidores electrificados.
El V8 biturbo de Koenigsegg continúa evolucionando, alcanzando ahora los 1.603 caballos en el Sadair’s Spear basado en el Jesko. Esta cifra demuestra que la potencia del motor de combustión aún tiene margen de crecimiento.
Von Koenigsegg no descarta completamente la posibilidad de desarrollar coches eléctricos en el futuro, su posición actual refleja tanto las preferencias del mercado como una convicción personal profunda sobre lo que debe ser un hipercoche auténtico.