El Tesla Cybertruck nació como una pick-up eléctrica que prometía redefinir el mercado desde su presentación en 2019, atraviesa un momento comercial crítico que dista mucho de las expectativas iniciales. En un giro estratégico inesperado, SpaceX ha emergido como un cliente corporativo masivo que podría estar sosteniendo artificialmente la demanda de la división automovilística de Elon Musk.
Según informaciones recientes, la compañía aeroespacial ha adquirido una flota superior a las 1.000 unidades, una cifra que podría duplicarse hasta los 2.000 vehículos en los próximos meses . Teniendo en cuenta un precio base que ronda los 68.000 euros, esta operación inyectaría entre 68 y 138 millones de euros en las arcas de Tesla, un balón de oxígeno financiero vital justo cuando se cierran las cuentas del ejercicio. Las imágenes de centenares de estos coches estacionados en las instalaciones de SpaceX en el sur de Texas confirman que el movimiento responde a una necesidad de dar salida al stock acumulado.
Las cifras de mercado son obstinadas y dibujan una realidad muy alejada de las promesas de Musk, quien llegó a proyectar unas ventas anuales de entre 250.000 y 500.000 unidades. La capacidad industrial de la Gigafactoría de Texas, preparada para ensamblar 250.000 coches al año, contrasta con una demanda real que apenas alcanzaría las 20.000 matriculaciones en todo 2025, tras un tercer trimestre en el que solo se vendieron 5.385 unidades, un 62% menos que el año anterior. Este volumen representa menos del 10% de la capacidad teórica de la planta, evidenciando la pésima respuesta comercial.
El desencanto del público parece justificado por varios factores tangibles que han lastrado al modelo de producción frente al prototipo. Los compradores se han encontrado con un aumento considerable del precio final respecto a lo anunciado, una autonomía inferior a la prometida y la eliminación de soluciones de diseño ingeniosas como el portón trasero convertible en rampa. De hecho, del millón de reservas que la marca aseguraba haber acumulado, apenas unas 60.000 se habrían materializado en pedidos firmes, generando grandes acumulaciones de stock sin dueño visible en las campas de la fábrica.
Esta maniobra contable entre empresas del mismo dueño no es nueva, pues SpaceX ya ha derivado capital hacia otras firmas del ecosistema como xAI, donde invirtió unos 1.900 millones de euros (al cambio estimado). Pese a que la inyección de fondos maquilla los resultados a corto plazo y alivia la presión ante el fin de los incentivos en Estados Unidos, el problema estructural de una demanda insuficiente seguirá perdurando.





