Porsche en problemas: su CEO afirma que su modelo de negocio ya no funciona

Porsche atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La mítica firma alemana está inmersa en una reestructuración estratégica tal y como ha reconocido abiertamente Oliver Blume, su CEO, en una carta donde advierte a la plantilla que el modelo de negocio que ha sustentado a la compañía durante décadas ya no es válido en el contexto actual. Las razones de este giro son múltiples, pero todas ellas comparten un denominador común: la brutal transformación que está sacudiendo la industria automovilística.

El mercado chino, que llegó a ser el principal motor del crecimiento de Porsche durante años, se ha convertido ahora en el epicentro de la tormenta. La demanda de coches de lujo se ha desplomado y la competencia local, especialmente en el terreno del coche eléctrico, se ha intensificado hasta niveles insospechados. Las ventas en China han caído un 28% en 2024 y han vuelto a retroceder otro 28% hasta junio de 2025, arrastrando con ellas la rentabilidad global de la marca. Al otro lado del Atlántico, la situación tampoco es más favorable. Los aranceles impuestos en EE. UU. por la administración Trump y la evolución negativa del cambio del dólar han puesto contra las cuerdas la viabilidad de las exportaciones europeas de Porsche, incrementando aún más la presión financiera sobre la compañía.

A este panorama hay que sumar el reto de la electrificación, cuya implantación resulta más lenta y costosa de lo previsto. Blume reconoce que la transición hacia el vehículo eléctrico es indispensable para cumplir las exigentes normativas de emisiones, pero añade que la rentabilidad de estos modelos continúa siendo sensiblemente inferior a la de los coches con motor de combustión, obligando a mantener durante más tiempo las gamas híbridas y de combustión tradicional. Por ello, el objetivo de alcanzar más del 80% de coches totalmente eléctricos vendidos en 2030 se ha descartado como inalcanzable en el horizonte actual, aunque Porsche no renuncia a seguir diversificando su oferta, apostando por una estrategia mixta que combine eléctricos, híbridos y modelos de combustión.

En términos de resultados, las cifras son hablan por si solas: en 2024, Porsche vendió 310.718 vehículos, un 3% menos que el año anterior. El 27% del total correspondió a modelos electrificados (incluyendo híbridos enchufables), aunque solo el 13% fueron 100% eléctricos. La reciente llegada del Macan eléctrico ha supuesto una bocanada de aire fresco, superando las 18.000 unidades en pocos meses y aportando un nuevo dinamismo comercial, mientras que el Taycan sufrió una caída de ventas del 49% en 2024 y otro 6% en el primer semestre de 2025. Además, modelos históricos como el Boxster y el Cayman de gasolina dejarán de fabricarse a finales de año, siendo sustituidos por versiones eléctricas no antes de 2026.

Este escenario ha obligado a Porsche a adoptar medidas drásticas. La producción anual se reducirá hasta 250.000 unidades y está previsto eliminar en torno a un 15% de los puestos de trabajo en las plantas de Zuffenhausen y Weissach hasta 2029, lo que equivale a unos 3.900 empleos, fundamentalmente a través de bajas voluntarias y no renovación de contratos temporales, ya que los despidos obligatorios están prohibidos hasta 2030 por acuerdo con los sindicatos. Paralelamente, se han impuesto topes a los bonus y se han ralentizado las nuevas contrataciones.

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