Para celebrar los 30 años del Elise, Analogue Automotive presenta el VHPK, una reinterpretación extrema del icono de Hethel. Recorta el peso hasta unos imposibles 600 kg y adopta un puesto de conducción central, llevando la filosofía de “añadir ligereza” al límite. Se mantiene fiel al espíritu original con motor Rover Serie K, pero con una preparación profunda y un enfoque abiertamente purista.
El secreto está en la báscula. La carrocería, numerosos detalles exteriores e incluso las llantas se fabrican en fibra de carbono, y los frenos pasan a ser carbocerámicos para reducir masas no suspendidas. Frente a los aproximadamente 755-765 kg del Elise S1 de 1995, el VHPK se queda en 600 kg, un recorte notable para un coche ya de por sí espartano.
Para dimensionar esa cifra, un Toyota GR86 declara 1.339 kg y un Mazda MX-5 se va a 1.076 kg; incluso un Citroën Ami marca 471 kg, aunque con solo 6 kW. Aquí, la dieta no sacrifica el enfoque deportivo: además del carbono, se recupera el techo fijo de aquellas unidades de competición previas al Exige, y todo está al servicio del rendimiento.
Bajo el capó se conserva el propulsor Rover de la Serie K, no el de origen Toyota de los últimos Elise. Analogue anuncia internals forjados y un aumento de cilindrada a traves de un stroker kit, sin mención a sobrealimentación, para alcanzar 250 CV (e incluso superar esa cifra). Con 600 kg, la relación peso/potencia ronda los 400 CV/tonelada (unos 2,4 kg/CV), un dato propio de hiperdeportivos y muy por encima de aquel S1 de acceso con 120 CV.
El interior recibe también una cura de carbono y, sobre todo, un cambio clave: solo hay un asiento, situado en posición central. Esta solución, inspirada en los primeros Elise usados en el Campeonato Autobytel Lotus, refuerza la conexión entre conductor y máquina y subraya el carácter monoplaza del VHPK.
La exclusividad está garantizada. Habrá 35 unidades y la marca prevé abrir pedidos en 2026, con la fabricación igualmente prevista para 2026. El precio no se ha comunicado, pero partir de un Elise “asequible” no implica una factura contenida; aquí mandan la artesanía, los materiales y el extremismo técnico.