El arte de cambiar las marchas está convirtiéndose gradualmente en una reliquia del pasado. Cada vez más fabricantes automovilísticos eliminan el tercer pedal de sus vehículos, relegando la transmisión manual a un segundo plano que parece destinado a desaparecer por completo. Aunque la comodidad de una transmisión automática resulta innegable, existen múltiples factores que están acelerando esta transición.
Los sistemas de asistencia al conductor, cada vez más sofisticados, han sido diseñados específicamente para funcionar con transmisiones automáticas. Esta compatibilidad técnica hace que desarrollar un coche con ambos tipos de caja de cambios incremente considerablemente los costes de producción, una inversión que resulta difícil de rentabilizar cuando las ventas de vehículos con cambio manual continúan descendiendo. Las regulaciones de emisiones también tienen mucho que decir, ya que las transmisiones automáticas modernas tienden a ser más eficientes que sus homólogas manuales.
Tampoco podemos pasar por alto debilidad de la demanda. Los fabricantes podrían estar más dispuestos a superar estos obstáculos si más personas compraran coches de tres pedales, pero la realidad es que no lo hacen. La situación probablemente empeore, considerando la reducción del número de modelos de altas prestaciones y el auge de los vehículos eléctricos.
Las declaraciones del Director General del Centro Técnico Europeo de Hyundai en Alemania resultan especialmente llamativas: «Ya nadie quiere cajas de cambios manuales». Aunque esta afirmación pueda sonar exagerada, la verdad es que las transmisiones manuales constituyen una especie en peligro de extinción, con únicamente algunos entusiastas aferrándose todavía al sistema de cambio manual.
La transformación no se limita únicamente al cambio de marchas. Los compradores tampoco desean ya frenos de mano manuales o cuadros de instrumentos analógicos. Esta preferencia resulta especialmente marcada en clientes menores de 40 años, mientras que solo los conductores de mayor edad mantienen cierto apego a tirar de una palanca de freno de mano y contemplar un cuadro de instrumentos con indicadores reales y agujas físicas.
Los fabricantes tampoco facilitan demasiadas opciones. Un coche nuevo llegará probablemente equipado con freno de mano electrónico, cuadro de instrumentos completamente digital y transmisión automática. Los costes también influyen decisivamente, ya que simplificar la lista de opciones abarata tanto el desarrollo como la fabricación.