Mazda mantiene su apuesta por los motores de combustión con una propuesta radical: capturar el dióxido de carbono directamente del tubo de escape mientras se conduce. El sistema Mobile Carbon Capture, presentado en el prototipo Vision X-Coupe del Japan Mobility Show, promete recuperar hasta el 20% de los gases expulsados y convertir los coches en herramientas de descarbonización activa.
La tecnología funciona mediante adsorbentes sólidos específicos situados en el flujo de escape, donde la concentración de CO2 alcanza el 14%, unas 350 veces superior a la del aire ambiente. Los gases capturados se secan y el carbono se fija a un sustrato de zeolita cristalina, almacenándose en un depósito compacto. Kazuo Ichikawa, especialista del Departamento de Investigación de Tecnología Medioambiental de Mazda, confirma que han superado la fase experimental: «Hemos verificado que el CO2 puede separarse de los gases de escape. Comenzaremos las pruebas de demostración en la ronda final del Super Taikyu Series de este año».
El carbono recuperado tendría utilidad como materia prima para plásticos reciclados o incluso para cultivar plantas. Pero Mazda va más allá con el motor rotativo del Vision X-Coupe, alimentado por biocombustible derivado de Nannochloropsis, una microalga de alta eficiencia lipídica que absorbe CO2 mediante fotosíntesis durante su crecimiento. Este combustible podría reducir las emisiones hasta un 90% frente a los fósiles.
Combinando el biocombustible con el sistema de captura, el director técnico Ryuichi Umeshita asegura que el vehículo alcanzaría un balance carbono-negativo del 10%: teóricamente, cuanto más se conduce, menos CO2 se emite.
Sin embargo, la producción de biocombustible enfrenta un obstáculo mayúsculo: actualmente se necesitan dos semanas para refinar apenas un litro desde un tanque de cultivo de 1.000 litros. Escalarlo a niveles comerciales y crear infraestructura para recoger y reutilizar el CO2 capturado serán claves para que esta visión abandone el laboratorio.
