Nico Rosberg, o cómo pasar de ser favorito a hacer favores

No voy a decir que no me cambiaría por Nico Rosberg porque empezaría esta entrada mintiendo, y no me gusta mentir. Claro que me cambiaría, por él y prácticamente por cualquier piloto de Fórmula 1. Pero dejando al margen deseos y anhelos personales, lo cierto es que el piloto alemán tiene una seria papeleta este año. Pongámonos un poco en situación, desde el principio: Nico Rosberg fue el primer campeón de las recién estrenadas GP2 series, en el año 2005, lo que ayudó a que firmara con Williams para la siguiente temporada, debido a su talento (tuvo una remontada buena en esa temporada, arrebatándole el título a Heikki Kovalainen, que ese mismo año entró en Renault, como probador, eso sí). Un piloto que no era todo apellido y que prometía grandes cosas ya sorprendía en sus primeras carreras en Fórmula 1, buenos resultados en parrilla, alguna vuelta rápida… sin duda, un chico que apuntaba maneras.

Pero los años pasan, y no precisamente en balde, y no debe de ser muy agradable ver cómo novatos que van llegando a la categoría te arrebatan protagonismo, te eclipsan con sus logros, véase Lewis Hamilton, o su compatriota, Sebastian Vettel. Quedarse en Williams era conformarse, y Nico Rosberg, quizá demasiado tarde, decidió terminar con ellos y marcharse a otro lado. No es ningún secreto que Mercedes deseaba tener un piloto alemán en sus filas, pero McLaren no estaba muy por la labor, ¿o era Rosberg el que no quería ir a McLaren? No lo sé, quizá no lo sepa nunca. Para el caso, tampoco me importa, pues Nico comenzó a negociar su fichaje con Brawn (ahora Mercedes GP) en verano de 2009. Era una jugada maestra, por fin se aseguraba un buen coche.

Nico llegaría a un equipo competitivo, con un compañero de equipo experimentado y rápido, Jenson Button, y con garantías, por fin, de poder luchar por cosas importantes. Era el empujón que necesitaba en su carrera. Para más felicidad, además de confirmarse el fichaje de Barrichello por su antigua escudería, en una especie de trueque de volantes, se anunciaba, por sorpresa, que Jenson Button correría para McLaren a partir de 2010. No podía salirle mejor la jugada a Nico: con Button fuera de juego, él llegaba como piloto número 1 al equipo, y las opciones que se barajaban para ocupar el otro coche no le inquietaban: desde Nick Heidfeld (Quick Nick para los amigos, rápido, pero quizá no tanto como debiera, al menos sabe hacer trabajo de equipo) hasta pilotos novatos como Di Resta. Sonaron muchos nombres para ese asiento, pero pronto apareció uno que cada vez sonaba más fuerte. Sí, ese, justo ese: Michael Schumacher.

¡Vaya papeleta! Nico Rosberg se encuentra en una encerrona: Michael Schumacher, el piloto entre los pilotos, el heptacampeonísimo, el káiser… iba a estar en el garaje de al lado. Y en el muro, su inseparable y fiel amigo Ross Brawn. De pronto las cosas dejan de ser rosas y pasan a ponerse muy oscuras. Pronto empiezan los ataques (Nico reconoció que de pequeño siempre apoyaba a Häkkinen, y se alegraba cuando vencía a Schumacher), y las clásicas declaraciones sobre igualdad, tanto pidiéndola como garantizándola (por parte del propio Rosberg y de Ross Brawn respectivamente). Es la misma historia de siempre, con otros actores. ¿O no tan diferentes? No olvidemos que Ross Brawn tiene un método de trabajo muy basado en la estrategia de 1-2, se diga lo que se diga de cara a la galería. Rubens Barrichello ya dio cuenta de ello este año, aunque el tema, en general, siempre se trató con discrección. No veo por qué este año va a ser diferente. Tienen a Schumacher. Quieren ser campeones, y quieren serlo con Schumacher. No es de extrañar que diga esto, viendo las últimas declaraciones del jefe británico, en las que asegura que apostaría su dinero por Michael Schumacher por el título. Eso me gusta, sin medias verdades y sin sombras, como se suele decir, a las claras: apuesto por Michael. Es más, Dieter Zetsche, miembro del grupo Daimler y presidente de Mercedes-Benz cree que la abismal diferencia de palmarés y de experiencia es suficiente para justificar un trato de favor hacia el heptacampeón. No hace falta decir mucho más: los que mandan han hablado, y queda claro que Nico Rosberg puede ir olvidándose de todos sus sueños. Con Michael Schumacher al lado, no tiene nada que hacer… ¿o sí?

La única baza que puede jugar Rosberg es superar a Michael desde el principio, aprovechando que su período de adaptación será algo más complicado por estos años alejado de la Fórmula 1. Tiene que ser muy rápido, de hecho, más que rápido, tiene que sorprender, destacar. Tiene que demostrar que puede hacerle frente a Schumacher. Aun así, eso que se escribe con tan pocas palabras es un auténtico mundo, y si los intereses, de cara a la imagen y al dinero, señalan a que Michael debería ser el campeón… quizá ni siquiera sirva.

¿Veremos a Nico Rosberg abandonar Mercedes al final de esta temporada, como hizo en su día Fernando Alonso con McLaren (recordemos que el piloto español afrontó un calvario igual, sólo que esta vez él era el experimentado)? Quizá el alemán decida seguir un tiempo «a remojo» hasta que consiga un volante competitivo en otro equipo. Pero… ¿en cual? Sólo podría ser RedBull, y allí se encontraría con Vettel. En McLaren, salvo guerras internas (que puede que también den que hablar), no habrá sitio en un tiempo, y en Ferrari, si todo marcha bien, Felipe Massa y Fernando Alonso aseguran una pareja muy rápida y fuerte. Personalmente, creo que la llegada de Schumacher a Mercedes ha matado la carrera de Nico Rosberg. De todos modos… ojalá me equivoque y Nico pueda pelear en igualdad de condiciones. Un mundial tan emocionante como promete ser el que comenzará en menos de dos meses no debería empañarse con polémicas de tratos desfavorables.

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