Bugatti ha cerrado un capítulo en su historia con la finalización del último Bolide, aquel concepto extremo desvelado durante la pandemia que parecía imposible de materializar . Limitado a 40 unidades y concebido exclusivamente para uso en circuito, este hiperdeportivo representa el punto más cercano a un coche de competición tipo Le Mans que un cliente de la marca puede adquirir hoy en día.
El ejemplar definitivo, ensamblado a mano en la planta de Molsheim, ha sido encargado por un coleccionista que busca dialogar con la historia de su propio garaje, donde ya descansan un célebre Type 35 y un Veyron Grand Sport. La carrocería, compuesta íntegramente por paneles de fibra de carbono, exhibe una configuración tricolor en ‘Black Blue’, ‘Special Blue Lyonnais’ y ‘Lake Blue’ para igualar la estética de su Veyron, rematando el conjunto con un interior revestido en Alcantara.

A nivel técnico, el Bolide es una máquina que detiene la báscula en solo 1.450 kg, impulsada por la legendaria arquitectura mecánica W16 de 8.0 litros con cuatro turbos. Con una potencia de 1.600 CV, las cifras de rendimiento son mareantes: es capaz de catapultarse de 0 a 100 km/h en solo 2,2 segundos y romper la barrera de los 300 km/h en 11,5 segundos, alcanzando una velocidad punta de 380 km/h. Antes de la entrega, la marca sometió al vehículo a pruebas en pista para asegurar su puesta a punto dinámica.

Aunque su precio de cuatro millones de euros da acceso a un vehículo que no puede circular por la vía pública, la firma británica Lanzante ya trabaja en conversiones para intentar legalizar su uso en carretera. No obstante, este cierre de producción no significa el fin inmediato del bloque W16, pues el roadster Mistral y sus 99 unidades mantendrán vivo este sistema de propulsión un poco más antes del cambio tecnológico definitivo.
Con el proyecto Bolide completado, la fábrica centra ahora sus recursos en el Tourbillon, el sucesor del Chiron, que apostará por un nuevo motor V16 atmosférico de 8,4 litros desarrollado por Cosworth y apoyado por un sistema híbrido para entregar 1.800 CV. Bugatti despide así a su creación más intransigente, un vehículo que, según su presidente, ha sido diseñado para rendir al máximo en el asfalto del circuito y brillar con la misma intensidad en las mejores colecciones privadas.





