La firma japonesa está desarrollando un 8 biturbo híbrido que equipará su próximo superdeportivo con insignia GR, cuya presentación está prevista para principios de diciembre. La confirmación llegó de parte del propio Takashi Uehara, presidente de sistemas de propulsión de Toyota, durante el Salón de la Movilidad de Japón 2025.
El nuevo motor de ocho cilindros se apoya en la arquitectura modular que la compañía ha desarrollado para su próxima familia de propulsores de gasolina, compuesta por bloques de 1,5 y 2,0 litros. De hecho, Uehara explicó a CarExpert que el V8 guarda relación directa con el cuatro cilindros turbo de 2,0 litros «G20E» que monta el concept GR Yaris M en posición central trasera, una unidad que supera los 400 CV de potencia. El salto al V-8 no es una mera duplicación: la cilindrada estimada ronda los 4 litros y se espera que el régimen de giro alcance cotas superiores a las 9.000 rpm, cifras que sitúan al motor en territorio de exóticos europeos.
La hibridación forma parte del ADN de este propulsor desde su gestación, aunque Uehara aclaró que no se trata de un sistema enchufable. La electrificación interna permitirá cumplir con las normativas de emisiones globales sin renunciar al carácter deportivo ni al sonido que ya anticipó un teaser difundido este mes, donde se aprecia un registro grave que asciende hasta convertirse en un grito mecánico.
Toyota no reservará este motor para un único modelo. Lexus también tendrá acceso al V8, muy probablemente para el LFR, sucesor espiritual del legendario LFA con motor V10. Uehara lo dejó entrever al mencionar el Sport Concept mostrado en Monterey Car Week: «Pueden esperarlo, ¿ven el nuevo deportivo de Lexus? Ése es…». El ejecutivo añadió que la afinación será diferente según la marca: «Podríamos tener un V8 con carácter más suave, o una versión más muscular y robusta». Todo apunta a que Lexus recibirá la configuración refinada, mientras que Toyota empleará la versión de mayor contundencia, especialmente para el coche de carreras GT3.
Desarrollar un motor completamente nuevo para un modelo de bajo volumen resulta difícil de justificar económicamente. Sin embargo, la doble aplicación en Toyota y Lexus, sumada a la versión de competición, es lo que hace viable un proyecto tan costoso como este.
