Volkswagen ha anunciado paradas temporales en varias fábricas alemanas por la demanda caída en la demanda de coches eléctricos y el aumento de stock. El movimiento, que se suma a medidas similares de Stellantis, busca ajustar el ritmo productivo al mercado y evitar costes innecesarios, mientras los modelos de combustión sostienen las ventas.
Pero paradójicamente todo esto sucede cuando en Europa se están logrando récords de ventas de coches eléctricos, por lo que este exceso de producción es propio de Volkswagen pero no de otros fabricantes.
El caso más simbólico es Zwickau, convertida a producción 100% eléctrica desde 2020 y mayor planta de eléctricos del grupo en Europa. Allí, junto a Dresden, se detiene la actividad una semana a partir del 6 de octubre, afectando a seis modelos eléctricos de VW, Audi y Cupra. En Zwickau se ensamblan el ID.3 y el Cupra Born, cuya fabricación se trasladará en dos o tres años a Wolfsburgo; además, los nuevos aranceles de Estados Unidos presionan las exportaciones del Audi Q4 e-tron.
Emden tampoco alcanza los volúmenes previstos y estudia días de cierre adicionales con el comité de empresa. Es la planta del ID.4 y del ID.7, dos pilares de la ofensiva eléctrica de Volkswagen, que ahora ven enfriarse sus pedidos. El ajuste incluye cancelaciones de turno en las próximas semanas para acompasar la producción a la demanda real.
Osnabrück reducirá al menos un día de trabajo por semana hasta final de año y parará una semana completa en octubre. La debilidad del segmento cabrio y la menor carga procedente de Porsche han dejado sin colchón de actividad a este centro. En Hannover se suspende la fabricación durante cinco días en otoño ante la floja demanda del ID. Buzz y del T7 Multivan.
En el lado opuesto, Wolfsburgo acelera: la buena marcha de los Golf, Tiguan y Tayron obliga a programar turnos especiales casi todos los fines de semana hasta Navidad. La marca incluso está movilizando personal de apoyo desde plantas con menor actividad para sostener el ritmo.