¿Un combustible sintético de cero emisiones? Bosch está desarrollándolo

El cambio climático está sembrando más preocupación que nunca, y parece que la única solución hasta la fecha era desplazarse a la movilidad eléctrica, sin embargo hay que tener en cuenta también que la generación de la energía que los provee no es limpia, por lo que con el caso de los eléctricos tampoco desechamos por completo el problema al que estamos sometidos en la actualidad con los motores de combustión, aunque sí que lo mitigamos -al menos, de manera directa, sin tener en cuenta los procesos de fabricación-.

Algunos de los principales gobiernos ya están estableciendo fecha de defunción a los motores de combustión interna, pero… ¿y si alguien se sacara de la manga un combustible sintético de cero emisiones? ¿cómo afectaría esto a la legislación prevista para promover el cambio a la movilidad eléctrica y sostenible? ¿podría frenar el cambio de paradigma al que se pretende llegar? Bosch ha anunciado que se encuentra desarrollando un combustible sintético creado a base de CO2, es decir, que no genera emisiones en su fabricación, sino que las absorbe, realizándose con hidrógeno extraído de agua y carbono del aire o reciclado de fuentes industriales, dando como resultado la producción de diésel, keroseno o gasolina. Lo más probable es que de llevarse a término algo así, los planes que se encuentran ejecutando los principales gobiernos sigan su curso, pero en su lugar, suponga una excelente alternativa para todo el parque de coches que continúen con motores de combustión, así como barcos, trenes o incluso aviones, ya que no requerirían de ninguna adaptación en sus motores, ni tampoco en las infraestructuras de distribución actuales.

De acuerdo al estudio realizado por Bosch, su implantación supondría una reducción de hasta 2,8 gigatoneladas de CO2 para 2050 en Europa, a lo que habría que sumar el resto de continentes también con un alto grado de dependencia de estos combustibles fósiles. Otro punto a favor que destacan es el hecho de que a diferencia de los biocombustibles, no requiere de tierras y recursos que se usan en cultivos alimentarios y que son parte responsable del encarecimiento de los alimentos.

Por el momento comentan que es algo complejo y caro, aunque con los esfuerzos necesarios se podrán lograr introducir en el mercado. Actualmente, sólo dos plantas (Noruega y Alemania) lo producen de manera experimental, si bien, aumentando la producción y con una paulatina mejora de los precios de la energía renovable que se usa en su producción, el precio del litro podría establecerse entre 1 y 1.40 euros -a lo que habría que sumar impuestos-. Sumando impuestos, sigue siendo todavía una alternativa muy cara a los combustibles fósiles.

 

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