El arranque de 2025 ha sido especialmente duro para Lotus, una marca que durante décadas ha sido sinónimo de deportividad británica, ligereza y pasión por la conducción. Las cifras hablan por sí solas: en el primer trimestre, la compañía entregó solo 1.274 coches, lo que supone una caída del 42% respecto al año anterior. Los ingresos también se desplomaron hasta los 93 millones de dólares, un 46% menos que en el mismo periodo de 2024, y el balance final arrojó unas pérdidas netas de 183 millones de dólares (unos 170 millones de euros al cambio actual). A pesar de este oscuro panorama, hay señales de que Lotus está intentando reinventarse para sobrevivir en un mercado cada vez más hostil.
Uno de los movimientos más llamativos es el giro estratégico hacia la tecnología híbrida enchufable. Lotus ha confirmado que este mismo año presentará su primer modelo con el sistema 900V Hyper Hybrid, una arquitectura eléctrica de última generación que promete cifras de autonomía realmente sorprendentes: más de 1.100 kilómetros combinando la energía eléctrica y la de combustión, y hasta 300 kilómetros solo en modo eléctrico. Esta tecnología no solo permitirá recargas ultrarrápidas (del 0 al 80% en apenas 10 minutos bajo condiciones óptimas), sino que también trata de responder a una realidad incómoda: los clientes de Lotus no están mostrando el entusiasmo esperado por los coches eléctricos puros. Como ha reconocido el propio CEO, Qingfeng Feng, “un deportivo totalmente eléctrico no va a captar mucha atención” entre su clientela tradicional.
El Hyper Hybrid debutará en una versión del Eletre, el SUV de altas prestaciones de la marca, y posteriormente llegará tanto a berlinas como a deportivos, mostrando la apuesta de Lotus por una gama multienergía capaz de adaptarse a las exigencias de cada mercado. Este movimiento supone un cambio de rumbo respecto al plan inicial de electrificación total antes de 2028, y responde tanto a la tibia acogida de los eléctricos de lujo como a la necesidad de cumplir con normativas cada vez más estrictas en mercados clave.
Pero si el futuro tecnológico de Lotus está en plena transformación, su presente industrial tampoco se queda atrás. La compañía, bajo el control del gigante chino Geely, está considerando (y según algunas fuentes, ya ha decidido) cerrar la histórica planta de Hethel, en Norfolk, y trasladar la producción a Estados Unidos, probablemente a la factoría de Volvo en Carolina del Sur. El motivo principal es el impacto devastador de los aranceles estadounidenses sobre los coches importados, que han obligado a pausar la fabricación del Emira y han reducido drásticamente las exportaciones británicas a ese país. El cierre de Hethel supondría la pérdida de hasta 1.300 empleos y marcaría el fin de una era para la automovilística británica, que desde 1948 ha fabricado allí sus modelos más icónicos.