La firma francesa ha puesto en su punto de mira el Nürburgring Nordschleife con un objetivo claro y ambicioso: coronar a su nuevo R5 Turbo 3E como el coche eléctrico de tracción trasera más rápido en la historia del trazado alemán. Este desafío no busca competir directamente con los gigantes de tracción total como el Rimac Nevera o el Porsche Taycan, sino forjar una nueva leyenda en una categoría donde el trono todavía está vacante.
El coche elegido para esta hazaña es una auténtica bestia eléctrica que redefine el concepto de «hot hatch». Concebido casi como un superdeportivo, el R5 Turbo 3E es una reinterpretación radical de su icónico ancestro. Su sistema de propulsión es una obra de ingeniería avanzada, con dos motores eléctricos integrados directamente en las ruedas traseras que entregan una potencia combinada de 555 CV y un descomunal par de 4.800 Nm. Para mantener el peso a raya, recurre a una carrocería de fibra de carbono sobre una plataforma de aluminio, marcando en la báscula unos contenidos 1.450 kg. Estas cifras le permiten catapultarse de 0 a 100 km/h en menos de 3,5 segundos y alcanzar una velocidad punta de 270 km/h.
El Infierno Verde, como se conoce a Nürburgring, es el campo de pruebas definitivo, un examen implacable para la gestión térmica de la batería de 70 kWh, los motores y los frenos. Para enfrentarse a este reto, Renault ha confiado en su piloto de pruebas más experimentado, Laurent Hurgon, un hombre que ya sabe lo que es batir récords en este mismo escenario, como lo hizo en 2019 al volante del Mégane RS Trophy-R. La elección de Hurgon subraya la seriedad del intento, que servirá tanto para acaparar titulares como para validar el desarrollo del coche en las condiciones más extremas.