Tras una intensa negociación de última hora, la Comisión Europea ha confirmado un giro histórico en su política climática: se revierte la prohibición total de vender coches nuevos con motor de combustión a partir de 2035. La nueva propuesta exige ahora un recorte de emisiones del 90%, dejando un margen estratégico del 10% para tecnologías alternativas.
Este movimiento, impulsado por la presión de potencias industriales como Alemania e Italia, modifica la normativa de 2023 que exigía emisiones cero absolutas.
El motor térmico sobrevive (con condiciones)
Para el aficionado al motor, la clave está en cómo funcionará ese 10% de flexibilidad. Los fabricantes podrán seguir comercializando coches con motores térmicos, híbridos enchufables y eléctricos con extensores de autonomía, siempre que compensen ese porcentaje de emisiones.
Para lograrlo, las marcas deberán ganar «créditos» mediante dos vías principales: el uso de acero verde (bajo en carbono) fabricado en Europa y la utilización de biocombustibles y combustibles sintéticos (efuels). Esto abre la puerta a que mecánicas tradicionales convivan con la electrificación total, siempre que la cadena de producción sea sostenible. El objetivo es claro: mantener la neutralidad tecnológica sin sacrificar la competitividad frente a gigantes como China.
En otras palabras, que esto quedará relegado a permitir la comercialización de baja tirada como los 911 de Porsche, determinados modelos de Lamborghini, Bugatti, McLaren así como otros modelos de Ferrari.
Nueva categoría: el ‘Kei Car’ a la europea
Más allá de los motores, la gran novedad tangible para el usuario urbano es la creación de una nueva categoría regulatoria para coches eléctricos pequeños. Inspirada en los kei cars japoneses, esta normativa busca abaratar costes para ofrecer vehículos eléctricos realmente asequibles fabricados en Europa.
Estos modelos deberán medir como máximo 4,2 metros de largo. A cambio, disfrutarán de ventajas fiscales, exenciones en peajes, permisos especiales de aparcamiento y una reducción de cargas normativas en seguridad y sostenibilidad durante diez años. Además, Bruselas propone incentivos directos para su compra y tarifas de recarga reducidas.
Flexibilidad para la industria y flotas
El paquete de medidas no olvida a los profesionales. Se relajan los objetivos para furgonetas eléctricas, reduciendo la exigencia de recorte de emisiones para 2030 del 50% al 40%. También se introduce un sistema de banking and borrowing que permite flexibilizar los objetivos de CO₂ entre 2030 y 2032, dando un respiro a los fabricantes ante la actual crisis de demanda.
Para impulsar el mercado, se establecerán cuotas obligatorias para las flotas de empresa (compañías con más de 250 empleados y 50 millones de facturación), que representan el 60% de las ventas de coches nuevos.





