El mercado del coche eléctrico en China se ha transformado en un auténtico campo de batalla, una guerra de precios sin cuartel que puede llegar a redefinir el sector a nivel global. La ofensiva más reciente, liderada por el gigante BYD, ha provocado una conmoción al rebajar drásticamente el precio de una veintena de sus modelos (y que ha provocado también una bajada en bolsa de la firma), llevando a su coche más asequible, el Seagull, a un precio de partida que ronda los 6.840 euros. Esta estrategia ha desatado una competencia feroz que ha obligado al resto de fabricantes a seguir el mismo camino, en una espiral de descuentos que amenaza la estabilidad de toda la industria.
Esta agresividad comercial ha encendido todas las alarmas en Pekín. El Gobierno chino, a través del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información (MIIT) y de medios oficiales como el Diario del Pueblo, ha lanzado una clara advertencia contra esta «competencia descontrolada». Las autoridades temen que una guerra de precios desordenada no solo reduzca drásticamente los márgenes de beneficio, sino que también perjudique la calidad de los productos, afecte las garantías posventa y, en última instancia, dañe la reputación internacional de la marca «Made in China». La Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM) se ha sumado a las críticas, señalando que esta situación pone en peligro los derechos de los consumidores y obstaculiza el desarrollo saludable del sector.
Lejos de amainar, la tormenta parece que solo acaba de empezar. He Xiaopeng, fundador de Xpeng Motors, ha calificado la situación actual como un mero «aperitivo», pronosticando que la competencia se intensificará aún más, llevando a la industria a una «etapa eliminatoria» entre 2025 y 2027. Esta lucha encarnizada en el mercado local, descrita por algunos como unos «juegos del hambre», explica por qué muchas marcas chinas venden sus coches en Europa a precios considerablemente más altos: buscan en el exterior los márgenes de beneficio que les son imposibles de obtener en su propio país.
Pero la contienda no se libra solo en el terreno del precio. La tecnología se ha convertido en otra arma crucial. BYD, por ejemplo, ha respondido con una ofensiva tecnológica, integrando su avanzado sistema de conducción autónoma, bautizado como «Ojo de Dios», de forma gratuita en modelos que parten desde poco más de 12.500 euros. Esta maniobra, considerada por analistas como un recorte de precios encubierto, supone un desafío directo a modelos de suscripción como el de Tesla, avivando aún más el fuego de la competencia.
Este cóctel de precios a la baja y una innovación tecnológica vertiginosa ha creado lo que muchos en la industria describen como una auténtica «sangría», una batalla sin cuartel donde solo unos pocos sobrevivirán para dominar el mercado del futuro. ¿Cuántas marcas chinas quedarán en los próximos años?
Más información: CNBC