Bruselas redobla su apuesta por la electrificación: Ursula von der Leyen ha dejado claro, a las puertas de la cumbre con los grandes de la industria, que el objetivo de permitir solo coches con cero gramos de CO2 por kilómetro desde 2035 sigue en pie y necesita una implementación consistente en toda Europa.
El mensaje llega en pleno choque de posturas dentro del sector, con BMW y Mercedes-Benz presionando para ajustar la norma mientras Volkswagen defiende mantener el rumbo, una línea con la que la Comisión parece alinearse según un documento interno que califica de “alcanzable” la salida total de la gasolina y el diésel si todos actúan con decisión y de forma coordinada.
La Comisión admite que la situación de la industria es “estructuralmente desafiante”, pero sostiene que dar marcha atrás no es la solución, y prefiere medidas para acelerar la transición: impulsar una producción europea de celdas de baterías, incentivar coches eléctricos más pequeños y asequibles, y reforzar el desarrollo de software automovilístico en Europa.
En paralelo, el plan pasa por políticas estructurales para seguir potenciando la movilidad eléctrica (desde una cadena de suministro local de baterías hasta incentivos públicos), y no reabrir por ahora los objetivos de emisiones tras su flexibilización reciente.
Eso sí, se deja una puerta entreabierta: podrían contemplarse excepciones para híbridos enchufables y eléctricos con extensor de autonomía, aunque cualquier decisión no llegaría hasta la primavera de 2026 con el informe de revisión previsto por la presidenta de la Comisión, por lo que hasta entonces se mantiene la vía actual.
Como contrapeso a las voces críticas, esta misma semana un análisis del ICCT señalaba que los fabricantes van bien encaminados para cumplir los objetivos de CO2 de 2027, un hito relevante en el camino hacia 2035, mientras más de 150 directivos del ecosistema de la e‑movilidad han pedido a Bruselas que mantenga el rumbo para no comprometer el futuro de la industria europea.
Europa, además, explora una vía alternativa: una nueva categoría de coches pequeños con normativa más laxa para abaratar su precio, inspirada en los kei cars japoneses y con potencial para dar oxígeno a un segmento estrangulado por crecientes exigencias de seguridad.
Vía: spiegel.de