Pese al uso de la sobrealimentación en el Lamborghini Urus (al que afirman, se han visto forzados a usar), no parece que ese vaya a ser el camino que quieran seguir tomando en el resto de deportivos de la gama, ya que supondría una disrupción demasiado agresiva que no creemos que vayan a saber canalizar correctamente sus clientes.
Sin embargo, con el Urus se enfrentan a un aumento de sus ventas anuales, y por tanto, a tener que doblegarse a normativas anticontaminación cada vez más estrictas. ¿Cómo podrían mantener la esencia y características intrínsecas de sus deportivos sin recurrir a la sobrealimentación? La respuesta está en la hibridación.
Con ella, conseguirían reducir de manera considerable tanto las emisiones de CO2 como el consumo de carburante, pero con un aliciente fundamental: lograr mantener el característico sonido de sus coches, que con la sobrealimentación se vería alterado. Adicionalmente a esto, también ganarían una mejor respuesta al pedal del acelerador.
Y todo esto sobre el papel suena muy bonito -que lo es-, pero la hibridación lleva aparejada un aumento considerable de peso debido a las baterías. Por ello, en Lamborghini se encontrarían desarrollando soluciones para poder combatir este aumento o al menos, contenerlo al máximo posible, aunque todavía es pronto para saber cómo encaminarán esto último.
En cualquier caso, el primer Lamborghini híbrido que veamos no vendrá de la mano del Huracán o Aventador (que acabarán siendo hibridados, pero más tarde), sino que ese protagonismo lo obtendrá el Urus el próximo año, que recibirá el propulsor del Porsche Panamera Turbo S E-Hybrid que combina un motor V8 biturbo de 4 litros con un motor eléctrico y unas baterías.
Vía: CarAdvice